sábado, 21 de mayo de 2011

into the sol

“Destruimos el presente porque venimos del futuro. No tenemos ilusiones. No tenemos ninguna esperanza. Por eso somos peligrosos. Se acabaron sus noches tranquilas.”

“Perseguís a la gente de quien dependéis. Preparamos vuestras comidas, recogemos vuestras basuras, conectamos vuestras llamadas, conducimos vuestras ambulancias y os protegemos mientras dormís… Así que no te metas con nosotros."

La primera cita es anónima, impresa en una fotocopia repartida en la calle, a pocos metros de la Puerta del Sol.
La segunda es de El club de la lucha, la peli basada en la novela de Palahniuk, también impresa en el mismo papel.
Y en la calle se multiplican los carteles y pancartas:
“Times they are a changing”, cita una de ellas a Dylan.
“Si somos el futuro, por qué nos dan por culo”, se pregunta otra.
En la boca del metro Sol un lienzo blanco que anhela “sol-uciones” escrito en amarillo.
“La plaza de Sol es la nueva Bastilla”.
“No nos representan.”
“¡Así, así, así vota Madrid!”, en coro... y en unas horas más hay elecciones.



Llegué a Madrid hace más de 3 años.
Desde entonces escucho hablar de crisis.De gente que pierde el empleo.
De egresados, profesionales con doctorados que no consiguen trabajar en nada.
De hipotecas imposibles de pagar.
De alquileres absurdamente caros.
De que hay cada día más parados.
Más y más.
Que no para.
En todo este tiempo, sin embargo, he visto alrededor una pasividad asombrosa.
¿Incredulidad, tal vez?
¿Confianza en que las cosas algún día iban a remediarse?
Lo que sea: las terrazas, los bares, los clubes, teatros, cines, plazas, paseos y museos: todo lleno, la gente en los estadios y en fiestas, y ahora, hoy, es igual.
Y qué bien, pero qué raro.
¿Adónde está la crisis?, me pregunté tantas veces, desconcertado, pues de donde vengo siempre ha habido crisis. Siempre se está en crisis, en estado de alerta. Y ahora tal vez, y contra todas las mentiras que aparecen publicadas en la prensa, una crisis en periodo de incubación peor que cualquiera.
Un inciso: el actual presidente de Chile -como todos sabemos, Piñera, antes que nada es empresario, y sin el menor escrúpulo además, de la misma calaña de Berlusconi y Sarkozy- aprobó el proyecto de Hidroaysén hace un par de días, y así empresas hidroeléctricas lucrarán a costa de cargarse reservas naturales que en cualquier otro lugar del mundo serían intocables, protegidas y cuidadas.
Ese tipo de crisis.
¿Qué hay detrás de todo esto?
Pues resulta aterrador nada más ponerse a pensar en ello.
Pero no queda otra.
Y de niño que crisis, miedo y desconcierto son parte de mi vida; así crecí en Chile, donde no nací pero me crié, adonde apunto cuando me preguntan de dónde soy, que a veces quiere decir también cómo soy, aun cuando no siempre me guste la asociación.


En Madrid, pese a todo, es fácil estar.
Se puede ser un turista para siempre.
Sentirse como de viaje permanentemente, en tránsito, a la espera de otra cosa que quizá preferimos demorar, que no llegue aún.
Pura abstracción, por supuesto.
Conocer gente, involucrarse un poco, encariñarse con el barrio, con ciertas personas, buscar pasarlo bien si se puede, no mucho más, la verdad. Y con algo de suerte y empeño es posible conseguir todo esto que -lo sé- no es poco.
Es todo.
A veces es todo.

Veo, me mezclo, incluso me encuentro a conocidos y a amigos en la Puerta del Sol, escucho conversaciones al paso, se habla, entre otras cosas, de mayo del 68, en plena primavera de Madrid, en 2011, en el kilómetro cero que ahora es epicentro, se habla y se siente de todo:
“La verdad está aquí afuera.”
“Now Spain, tomorow the world.”
“Abstención activa.”
En un cartel con logotipos de bancos y empresas, escrito en rojo: “¿Y a éstos quién cojones les ha votado”.
“Poco pan y pésimo circo.”

No se concibe el apoyo a partidos políticos, se rechaza cualquier afiliación o negociación con éstos, no hay líderes ni dirigentes, hay eso sí un montón de gente insatisfecha, cabreada, preocupada, jodida, molesta, con toda la rabia y razón del mundo, puteados, explotados y engañados. Las cosas comienzan a cambiar, de a poco, en español curiosamente, en España curiosamente, a pocas calles de mi casa, acá antes que en otro sitio, y es raro, es una extraña forma de sintonizar, de pertenecer y conectar con personas y un entorno que -veo, siento- tiene en común conmigo, al fin, más cosas que el mero accidente de haber nacido acá.

1 comentario:

  1. Y en Chile sigue la crisis; manifestación, una tras otra, yo sigo trabajando, me recordé de un texto que espero no decir nunca en un lugar que no sea en un escenario dice: "Yo prefiero seguir trabajando, sacándome la cresta y viviendo entre puros morenos con cara de tontos no mas para siempre"("Colo-Colo 91") por que yo quiero seguir creyendo que puedo lograr lo que quiero sin quedarme pegada!!!!!!!

    ResponderEliminar