jueves, 22 de septiembre de 2011

libros leídos (2)

Algunos adioses es un libro bastante sui generis para a estar compuesto, según parece, no estoy seguro si en su totalidad o en parte, por crónicas y artículos publicados por Francisco Mouat en revistas y periódicos. O sea, un the best of. Sí pero no. No se explica en el mismo su naturaleza u origen, como nada –o todo- se explica en el texto de contracubierta que, se supone, debería instar a comprarlo o por lo menos a hojearlo en una librería, según el canon editorial clásico:

Uno deja de vivir cuando ya nadie te recuerda. Ese es el momento exacto de tu muerte definitiva. Hacer memoria es prolongar la vida del recordado. Como una obsesión que me acompaña a donde voy, trabajo con los materiales de la memoria, leyendo, escribiendo, escuchando lo que otros dicen. De Sebald aprendí en "Los emigrados" una frase que no me suelta: "Recordar a los muertos nos distingue de los animales".

A continuación, en la misma contratapa, hay una lista de nombres de los cuales distingo, vagamente, los de George Perec y Pierre Jacomet, los demás ni me suenan. Y el código de barras. Hojeo el libro, miro los créditos. Nada. No hay más señales que éstas y la cubierta con una foto de tres niños, dos de ellos remando en un bote. El fondo blanco. Lolita editores.
Por supuesto, cualquier resistencia inicial –extrañeza, más bien- hace rato que fue vencida y salgo de la librería, en Santiago, con Algunos adioses bajo el brazo, feliz. Al subirme al metro, poco después, comienzo a leerlo con crecientes dosis de intriga y fascinación. Cuando me bajo en Los Héroes, además, su lectura me tiene emocionado. Aunque más que emoción, lo que provocan estas -apenas- 97 páginas es conmoción.



Cada historia o semblanza de los personajes narrados, verdaderos epitafios de seres comunes y corrientes y a la vez inigualables, cercanos, amigos o investigados por Mouat, conmueve.
Con la consigna moral de que la memoria de quienes están muertos hace que sigan vivos, el también autor de la novela El empampado Riquelme (en mucha sintonía con el presente libro) monta un remix con textos de diferente extensión, diferentes voces narrativas y estructuras, pero que juntos suenan afinados y constituyen un híbrido ejemplar sobre los recuerdos, los lazos profundos entre las personas, la muerte y todo aquello que no lo es. Esto último, sobre todo. Y en esto último cabe la amistad, los accidentes, la sobrevivencia, la estupidez y la grandeza, los gestos mínimos y los máximos: "Segundos dentro de minutos dentro de horas dentro de días dentro de semanas dentro de meses..."

Pero, aún más que lo anterior, sorprende la habilidad del autor/editor convertido en DJ de palabras para, con un magma textual determinado, ofrecer esta remezcla que se eleva por encima de la mera suma de sus partes, sampleando con certeza y buen oído sus propias partituras.

De alguna forma, Mouat demuestra lo que postula: que a partir de los recuerdos narrados –su confianza en las palabras es total- es posible restituir un poco la vida. Y en cuanto al estilo, que a partir de textos independientes y cerrados, es posible crear uno mayor, completamente nuevo, personal aunque trate de otros antes que de él y, desde luego, con vida propia.

Encuentro una foto suya en el computador. Luce al medio del grupo, bella y sonriendo, una o dos semanas antes de saber que estaba enferma. Me prestó un libro el año pasado. Lo tengo aquí, a mi lado. "Sesenta relatos", de Dino Buzzati. Le gustaban mucho; algunos de ellos los dejó marcados con pequeñas etiquetas plásticas de color verde y lila y forma de lápiz. Adentro del libro, una boleta de una cafetería de Santiago en donde ella pidió, el 23 de septiembre de 2008, a las tres y media de la tarde, una ensalada naturista y un jugo de frambuesa. Imagino que esa tarde comió sola, leyendo en silencio los cuentos de Buzzati o soñando ilustraciones para libros de niños. (pág .75)

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