Solo una sala para su proyección. Una sala pequeña, además, y semi vacía durante el pase de ayer por la noche en Madrid. Da igual. Pero lo que no da igual es que después de una película como Two Lovers, estrenada acá recién el año pasado, donde Joaquin Phoenix más que un Oscar o un Goya se merece el cielo, el actor arremete con un falso documental a cargo, esta vez, de su cuñado y hermano de Ben, Casey Affleck, quien registra la evolución-involución de Phoenix en su intento de cambiar el rumbo de su vida: dejar la actuación y dedicarse al hip-hop, en una cinta que, al final, no interesa tanto si lo exhibido es real, es un montaje o si los demás personajes y situaciones son espontáneas o premeditadas, porque, cualquiera sea el caso, el nivel de verdad que hay en cada plano es despiadadamente alto.
Del derecho a seguir tus convicciones, del temor al fracaso, de seguir adelante cueste lo que cueste, de caer, de dejarse caer, de la hostilidad de tu entorno cuando decides cambiar, del riesgo a equivocarte y perder, del valor que tiene asumir tales riesgos, de buscarle una salida a esas palpitaciones indefinidas que te empujan con fuerza hacia dentro el pecho, de sumergirte en lo más hondo de tus deseos, aunque éstos te puedan asfixiar... de todo esto y más trata I'm still here.
Gracias Joaquin, gracias Casey, ayer fue un gran domingo.
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Por Joaquín, J.P, Phoenix, porque salí del cine y me pregunté cuan valiente es uno con sus propios deseos y sueños, que al final son lo mísmo, y sentí admiración por Phoenix
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