Un buen día –o malo, según se mire– dejó el tabaco, su trabajo, a su mujer y su casa, en este orden. Sin embrago, no se fue a otro país, ni siquiera a otro barrio. Alquiló un apartamento pequeño a pocas calles de donde vivía. La que se fue, fue ella, dolida e incapaz de comprenderlo. De ella, nadie volvió a saber. A él, en cambio, se lo veía dar paseos y hacer la compra como si nada, pero jamás llegó a dar una explicación y a nadie le interesó el tema una vez transcurrido cierto tiempo. Cuando lo conocí me cayó bien, me dijo que se iba de viaje y yo estaba buscando adónde irme a vivir junto a mi novia. A la semana siguiente me enteré de su muerte. Yo dejé el tabaco, mi novia me dejó a mí y el barrio me gusta cada día más.
calle en mi barrio, Lavapiés
No hay comentarios:
Publicar un comentario